viernes, 24 de septiembre de 2010

SARACATUNGA ó SARA GATUNA


Llega a mis manos esta historia que tiene, como mínimo, tres temas interesantes. El primero relacionado con la virginidad del soltero católico practicante que más de una vez termina en un reventón apasionado y por demás carnal, quedando todo vestigio de ternura y enamoramiento en el olvido, o en un álbum de fotos titulado “Mi primer amor” (¿?). En pocas palabras, el deseo reprimido hecho ferozmente realidad. Otro tema tiene que ver con esa archiconocida frase que dice “dónde hubo fuego, cenizas quedan”. Hay veces, como se verá en este caso, que con un sutil soplidito se reavivan las brazas y… a la mierda! flor de quilombo… También esta historia nos habla de los verdaderos vanguardistas del e-dating. Gente audaz y precursora de esta modalidad era la de fines de la década pasada, donde las relaciones cibernéticas se establecían en salas de chat de lo más rudimentarias, sin las ponderadas herramientas de los modernos sites estilo Match.

Nos remontamos entonces hasta finales de los 90. Sara y Oscar eran compañeros de trabajo. Ella por entonces tenía 29 años, tez morena, de familia conservadora, católica practicante y VIRGEN. SUMAMENTE VIRGEN. Oscar era un tipo común que no podía entender como ella, después de llevar tres años de noviazgo, todavía se le negaba… Abundante tensión sexual, mucha química, mucho manoteo, franeleo nocturno cuando los padres ya no estaban… pero nada más!

Como vulgarmente suele decirse, el muchacho tenía los huevos por el piso, literalmente por el piso… y sucedió lo que tantas veces Oscar anticipó a Sara que iba a pasar. Una noche, después de mucho manoseo, pija dura a punto de estallar… el que estalló fue Oscar y mandó a Sara a cagar. Gran pelea gran! Escándalo laboral! Oscar pidió cambio de turno y por lo pronto, no se volverían a cruzar.

Sara, víctima incomprendida, protegiendo su frágil e inocente virginidad, decide conocer hombres por chat. Hombres que difícilmente irían a acosarla del modo que lo había hecho el desesperado Oscar. Fue así que al poco tiempo de fanatizarse con esa herramienta, Sara comienza un doble ciber-noviazgo. En una sala de Terra noviaba con un cubano y en otra sala noviaba con un mexicano – Si, ya sé, Terra… parece prehistórico– Cuestión que se enamora cibernéticamente de ambos, y empieza a fantasear con la idea de viajar a conocer a alguno de los dos. El afortunado sería aquel oriundo del destino más barato.

Por entonces sale una promoción a Cuba. Contrató uno de esos típicos paquetes de agencia que te tiran en Varadero 5 días para asolearte y comer como bobo cuanta porquería te entre en el estómago, y que destinan los últimos 3 días en la Habana para que cuando vuelvas puedas hablar de las prohibiciones de su gente, tomarte un mojito en La Bodeguita del Medio, sacarte una foto en el malecón más largo del mundo y dar una vuelta en coco taxi. Cuestión que en la Habana conoce a su ciber-novio cubano, el compay Marciano: un cubano de raza blanca, muy bien dotado, extremadamente apuesto… y lo que Oscar no había logrado en tres años, Marciano, el cubano, lo hizo en 3 días.


Después de esa experiencia religiosa, (ahora sí se podía decir que Sara había estado cara a cara con Dió, ahora sí Sara era una verdadera practicante! Gracia’aDió) su vida pegó un vuelco rotundo. La actividad religiosa fue reemplazada por más horas de trabajo. El evangelio y el apostolado quedaron en el cajón de su mesa de luz. Sara trabajaba de lunes a sábado, 15 horas por día, como una esclava, todo el año. No gastaba un sólo centavo de lo que ganaba, todo era ahorrado para viajar una vez al año a la Habana, donde se quedaba un mes entero con el cubano Marciano. Los restantes meses del año continuaban manteniendo la relación por chat y los domingos ella lo llamaba por teléfono para escucharse las voces durante media hora...

En junio del 2004 Sara compra las alianzas y las lleva a Cuba (a las alianzas y a su madre) porque se iban a casar. Y se casaron… En una de las tantas iglesias de la Habana, Sara y Marciano se unieron en santo matrimonio. Que de santo no tenía, a mi juicio, nada. Pero esta gente al casorio lo llama así.

A mediados del 2005, unos meses antes de viajar nuevamente a Cuba, el destino quiso que el horario laboral de Sara coincidiera irremediablemente con el de Oscar, aquel muchacho impaciente, calentón, incomprensivo, que no tuvo la delicadeza de esperarla un poquito más… ese jodido del comienzo. En fin, se reencuentran en los pasillos y la química era la misma. Y como dice el dicho… dónde hubo fuego… Oscar sopló un poquito yyyy… SARA-CATUNGA!!! CATUNGA CATUNGA TODOS QUEREMOS SARA GATUNA! Entonces Sara llama a “las malas lenguas” (culpables de que esta historia haya llegado a mis manos) y le pregunta “conoces el telo que está en Humahuaca y Gascón? es limpito?” CHAN!

Habían decidido cumplir con aquella asignatura pendiente. Y conejearon bestialmente durante 3 meses, y como a él le hacía mal el material con el que se confeccionan toooodos los profilácticos (o ponchitos, según personajes de este blog) se cuidaban no conejeando los días fértiles, es decir, no conejeaban sólo 3 días al mes… más que una conejeada, podríamos decir… UNA SOBERANA BURRADA!!!

Faltando un mes para su viaje a Cuba, invadida por la culpa, Sara puso fin a la sexual relación que mantenían a diario con Oscar. Viaja a Cuba, y a los dos meses de estar de regreso en Buenos Aires, confirma su embarazo. Que quién es el padre? Sólo Dió lo sabe. El niño nació moreno, pero recuerden que morena también es su madre… y misteriosamente, tiene carita de conejo. Hace dos años Marciano consiguió salir de Cuba y vive con Sara en la ciudad de Buenos Aires. Recientemente tuvieron otro hijo, este último de tez un poco más clarita que su hermano mayor...

Y EL CUBANO?
EL CUBANO CHOCHO QUE SALIO!


viernes, 17 de septiembre de 2010

DE PASO, TRAEME UNOS TOMATES


Gente guapa la del Abasto. Me dijo una noche un taxista que me llevó hasta casa. Y sí. Hay que ser guapo para vivir por esos lares. Pero te acostumbrás. No te creas que vivís con miedo o mirando de reojo… Naaaaaaaaaa. Se respeta al vecino. Pertenecer implica estar a salvo. El folklore del barrio es parte de la vida de sus vecinos. Pocos barrios como el Abasto… cosmopolita como pocos… a tres cuadras a la redonda de mi casa podés encontrar hermanos peruanos, morenas colombianas, algunos pocos chinitos (ó coreanos, seigual), algunos brasileros, los recién llegados azules africanos, los viejos y arraigados judíos, y por supuestos, los paisanos bahienses.

Esta bahiense, que no soy yo, y que se llama Filomena (Meni para sus amigos – gracia’adió que tiene amigos!) vivía con su hermana y su perro en pleno corazón del Abasto, a una cuadra del Shopping y frente al Coto SUPERMARQUIT. Hacía más de 10 años que habitaba el barrio… y adoraba su folklore. Y como alguna vez también se había tomado el mismo taxi que yo y el taxista le había dicho “gente guapa la del Abasto”, cada vez que le preguntaban ¿dónde vivís?, ella contestaba con voz de guapa: allá… por el mercáo… por el mercáo de Abaaaastoooo… (Esta última parte la decía como si fuera el cuco, más que como guapa! – no me mientas, a que trataste de imitarla, o no?)

Cuestión que al Abasto vino a vivir a fines de los 90, casada. Y al poco tiempo, la cosa no funcionó y se divorció. A los meses llegó su hermana menor de Bahía (Bahía Blanca Capital, seeee seeee… ya se hizo chiste fácil…) y se le instaló en la habitación del desorden. Vieron que los que viven solos y tienen más de una habitación, a la segunda la llaman así? La del desorden. Aunque en algunos casos debería llamarse la del quilombo… Les decía, se vino su hermana y le cagó el bulo.

Luego de unos años de pena por su fracaso matrimonial, volvió al ruedo. Pero tan complicado estaba el mercado que no daba con nadie que superara o se comparara con su pareja anterior. Mal Meni en comparar. Pero bueno, ella comparaba igual, y así le iba. Le iba tan mal que nunca había hecho falta que su hermana buscara asilo por una noche en casa de alguna amiga para despejarle la zona de ataque.

Entonces, cansada de pifiarle tanto, optó por abandonar la milonga y probar otras alternativas para conocer gente. Y la primera a la que le echó mano fue a la tradicional contactología, es decir, aceptó que su amiga casada la contacte con Faustino, un amigo del marido, mediante el sencillo acto de entregarle lo más preciado de Meni, su número de celular. Y el amigo del marido de su amiga, al que le decían Fernandito (POR DE LA RÚA… imagínense lo distraído…) a los cinco días, la llamó.

Al principio estaban un poco nerviosos… pero con los minutos de charla se fueron distendiendo. Hablaron de sus amigos que habían oficiado de contactólogos. Hablaron de sus trabajos. Del clima. Del tránsito de Buenos Aires. De Bahía Blanca Capital. Y se pusieron de acuerdo en encontrarse al día siguiente para conocerse. Casualmente, no habían hablado del lugar donde vivían cada uno. Tampoco hizo falta porque coordinaron encontrarse en un bar de San Telmo. Y al día siguiente, a la hora indicada, los dos estuvieron ahí, café de por medio, desafiando al destino.

Ambos se sentían muy cómodos, hablaron de millones de cosas. Tenían gustos similares. Él era bastante apuesto (apuesto qué? Apuesto 100 mangos, ó… ha-puesto? Y en ese caso, qué puso? Incluso ahhh puesto! Esa manía de usar palabras raras che…) – les decía, Fernandito estaba pa’darle, era muy simpático, un tipo tranquilo, que hacía un año había llegado a Buenos Aires desde Misiones para trabajar en la Ford…

La cita se desarrollaba maravillosamente bien, pero lamentablemente él tenía que irse... se había olvidado que tenía otro compromiso que no podía postergar. “Soy muy distraído… te habrán dicho que me dicen Fernandito, por de la Rúa…”, dijo mientras se excusaba y se tornaba rojiza su cara. De todos modos estuvieron de acuerdo en que debían encontrarse otra vez. Los dos parecían contentos, los dos querían volverse a ver:

F: bueno, qué día tenés libre? Cuándo te queda bien así nos volvemos a ver?

M: el miércoles puede ser, a la tardecita.

F: me parece bien. Justo ese día no trabajo. Los miércoles son mis días libres. Querés que me acerque a tu zona?

M: mmm bueno, algunos lugares lindos hay por allá.

F: Genial. Más o menos a las ocho... calculale. Después arreglamos bien en dónde.

Y quedó todo así. Con muy poca precisión. Sin definir qué quería decir para Fernandito “tu zona”, y con esa sensación angustiante de no saber realmente si él la había pasado tan bien como ella… sumado a la maldita pregunta ¿llamará?

Efectivamente, el miércoles al medio día Fernandito llamó. Lejos de estar disfrutando de su día libre, estaba en medio de una complicación laboral.

F: no sabés qué día. Después te cuento. Se piró mi socio!

M: querés que lo dejemos para otro día?

F: no! Para las ocho estoy libre. No te preocupes. Decime, dónde vivís?

M: No te dije? Ahhh!!! acá… por el mercáo… por el mercáo de Abaaaastoooo… (Con vos de guapa ó cuco, elija usted)

F: uf, estás lejos eh! Complicadito el asunto! Jajaja!

M: no tanto che… hace rato vivo por acá… jamás me pasó nada… y no es tan lejos. Vos dónde estás?

F: manejando a Pacheco

M: jaja! eso si es lejos!

F: dónde querés que nos encontremos?

M: en la puerta principal del Abasto, te parece.

F: dale, no va a estar ni el loro a esa hora en el “mercáo” jajaja! Si me afanan te denuncio a vos también!

M: pero no seas llorón che! Cómo no va a haber gente a esa hora…

Y terminaron la conversación con típicos saludos de despedida. Meni notó a Fernandito un poco disperso en la conversación, y acelerado por coordinar. Pero no le dio importancia, estaba manejando… y en medio de un quilombo.

A la hora señalada, ahí estaba Meni, esperando a Fernandito en la puerta del Shopping Abasto. Divinamente vestida, y divinamente maquillada. Pero pasaron quince minutos y Fernandito no llegaba. Esperó cinco, diez, quince minutos más y a las 20.30 hs. lo llamó.

M: hola, estás demorado?

F: eh? Hace media hora que estoy acá, corazón?

M: yo también! Sobre qué calle estás?

F: qué se yo! No tiene calles esto! Entré por el acceso Gral. Paz… que se yo, la puerta principal!

M: pero yo estoy acá en la puerta del Shopping, sobre Corrientes, y no te veo! Qué acceso de Gral. Paz tomaste! Dónde estás?

F: EN TAPIALES CORAZON! EN EL MERCADO! NO ESTA NI EL LORO ACÁ! TE DIJE…

M: PARÁ PARA PARÁ!!! ME QUERÉS DECIR QUE ESTÁS en el MERCADO CENTRAL DE BUENOS AIRESSSS???

F: y sí, dónde me dijiste vos?

M: Yo te dije en el Abasto!!! ABASTO Shopping!!!!

F: pero vos dijiste que vivías por el “mercáo”???

M: siiiii… por el mercáo de Abasto, te dije, irónicamente… hoy el mercado de Abasto es el Shopping…FERNANDITOOOOOO!!!

Y bue… gente distraída hay a patadas. Por suerte era temprano! Temprano para todo. Para salir corriendo, ó para esperar en el patio de comidas a que Fernandito se dignara a llegar. Meni decidió esperarlo. Fernandito tardó unos 45 minutos. Mientras tanto, ella se tomó unos cuantos cafés. Y cuando llegó, se fueron a cenar por el barrio. Así arrancó su segunda cita y hoy están felizmente casados. Hay veces que esperar vale la pena… dijo Meni, que tiene muchas otras anécdotas más y nos las prometió contar.

NO NO NO, YO NO FUI! ESTA VEZ, YO NO FUI!


martes, 14 de septiembre de 2010

BONUS TRACK


No hay que desesperarse. Tarde o temprano, uno descubre la verdad. Queridos lectores, se ha dilucidado la gran duda de este blog. Sí! Ya sabemos a dónde han ido a parar todos los abducidos y abducidas!

No están en una aldea, no ha sido una intervención divina, no se los ha llevado una nave… no no no, lejos de eso, HAN FORMADO UNA BANDA DE MUSICA Y ANDAN POR AHÍ, en el guapo barrio del ABASTO, TARAREANDO señores!!! TARAREANDO!!! y junto a quién? A DANIEL MELERO!!!! PORDIOOOO!!! Qué te pasó Daniel? Te nos pusiste en contra, Daniel…

Así que ya saben, si estaban buscando la forma de dar con sus abducidos para dedicarles una soberana puteada, les dejo fecha y hora! Lleven tomates bien podridos para revolear!!!

ACATAAAAAAAAAAAA!!!

viernes, 10 de septiembre de 2010

LOCO… LOCO DE ATAR


Hoy el aporte viene desde el otro hemisferio y nos regresa a las historias de abducidos, que al parecer, es un problema mundial.

Zafira es una chica turca que vive en EE.UU. y como muchas personas de ese país (www.bbc.co.uk/mundo/cultura_sociedad/2010/08/100819_0012_estados_unidos_internet_pareja_amor_jg.shtml), conoció a su pastelito por Internet. Esta vez la conexión fue a través del sitio www.harmony.com. Quienes vivan por esos lares y tengan info de interés de ese site, se agradece ampliar de qué se trata en los comentarios.

Cuestión que no sé cómo, pero Zafira conoció a Paul y como muchos suelen decir, FLASHEÓ. Paul tenía 39 años, era abogado, buen mozo, atlético, simpático. Desde un principio tuvieron muy buena onda. Se escribían mails, chateaban, hablaban por teléfono y se veían. Lo que llamaba misteriosamente la atención era que después de cada cita, Paul no dejaba pasar más de dos o tres días para coordinar el próximo encuentro. Raro un tipo con tanta frecuencia e iniciativa…

Sus propuestas eran variadas. Varias noches salieron a cenar. Otras fueron a tomar algo. Hicieron picnic en la plaza. Tardes de pileta. Caminatas por el parque. Cine al aire libre bajo las estrellas. Cine en Cinemark… la invitó a la casa en la primera semana. Durmieron juntos varias noches. Tan intenso fue todo que hasta llegaron a hablar de exclusividad. Qué tema el de la exclusividad cuando uno anda de roteishon por los e-dating sites…

Zafira estaba embobada. Parecía que todo iba super bien. Paul era muy cariñoso, insistía con que ella pasara más de una noche por semana en su casa y siempre tenía ganas de verla. Y a ella le encantaba, ofcors! Y porque le encantaba, nunca opuso resistencia… re-ofcors!

Había pasado un mes cuando Zafira lo llama por teléfono para coordinar dónde encontrarse. Pero Paul no contestó. Insistió un par de veces más, y otra vez Paul no atendió. Esperó un par de horas y volvió a llamar. Entonces Paul atendió y se excusó diciendo que el día anterior había tenido un ataque de pánico, que no estaba preparado para enfrentar una relación tan seria, y que prefería poner distancia y no verla más. La conversación no fue más allá que eso. No hubo espacio para preguntar nada más.

Zafira se preguntaba una y mil veces qué habría sucedido. No podía creer que las cosas terminaran así. Pero se convenció y decidió olvidar. Pasó una semana, dos, tres y contactó a otro muchacho por Internet: John. Coqueteo cibernético. Mail, chat… y pusieron cita para conocerse.

Por una cuestión de comodidad y de encanto, Zafira sugirió encontrarse en el mismo café que había sugerido Paul el día que se conocieron. El lugar realmente le había encantado. Y mirá si habrán cafés en la ciudad, y días para coordinar una cita… pero quiso la bendita casualidad, o maldita, no sé…, que estando Zafira sentada en el café a la espera de John, viera a Paul sentado en el mismo local y en una mesa pequeña y medio escondida, hablando solo y gesticulando como si estuviera frente a una chica. Zafira lo observó con cuidado, se acercó y vio que efectivamente hablaba solo, se compadeció, y lo saludó. Paul no sólo no la reconoció, sino que le dijo: CAMARERA, OTRO CAFÉ POR FAVOR! en inglish, ofcorssss!!!


NO SOS VOS, SOY YO!!!

viernes, 3 de septiembre de 2010

CLARA MENTE CLARA


Se acuerdan de Pancho? Ese pibe que se fue desde Tigre a Huanguelén para conocer a una chica y terminó durmiendo en un hotelucho de mala muerte? Bueno, ese mismo, si, si… viene con una mala sueeeerteeeee… hoy nos deja una anécdota corta, pero digna de contar.

Como les decía en aquella oportunidad, Pancho está completamente convencido de que existe una mujer en algún lugar que todavía él desconoce, y que ha sido predestinada a enamorarse de él, y él de ella. Es así, a pesar de todas las malas experiencias, Pancho no se desanima y continúa en su búsqueda con la misma energía y la misma predisposición a enamorarse.

Esto quiere decir que sigue con su habitual investigación de perfiles de ZonaCitas, que habitualmente sigue teniendo primeras citas. A veces llega a segunda base, incluso a tercera… pero todavía no ha llegado a más. Cuestión que explorando perfiles en ZC, hace poco dio con una morocha infartante. Se llamaba Clara, y van a ver qué bien le hacía honor al nombre!

Clara tenía 30 años, era analista de sistemas, soltera, sin hijos, y de Capital Federal. Buscaba un hombre divertido, que le gustara mucho correr, comer, etc.. Pancho corre dos veces por semana, sale a comer muy seguido, y obviamente, no reparó en el etc.. El resto de la descripción de Clara era lo habitual: películas favoritas, destinos favoritos… signo del zodíaco… ni más ni menos que lo que te pide ese site.

Pancho le mandó un guiño. Ella no solo le contestó, sino que como había pagado la membresía mensual, también le envió un mail. Hasta el día que planearon verse, cruzaron un par de mails, algunos mensajes de texto y chatearon sólo una vez. En las fotos, Clara se veía hermosa. De las idas y venidas de mails y mensajes de texto, Pancho intuía que Clara era una chica que tenía muy buen humor, respuestas rápidas y divertidas. Y le propuso verse. Qué mejor que conocerse para ver si podía llegar a haber algo más. Qué mejor que conocerse para dejar de perder el tiempo. Porque si Clara no era para él, entonces había que retomar la búsqueda lo antes posible. Y si Clara era, entonces para que dejar pasar el tiempo, cuando lo podían disfrutar juntos.

Entonces tuvieron una primera cita. Ciertamente, Clara era tan linda como se veía en las fotos, sólo que en las fotos no se veía el piercing que llevaba en su lengua, y mucho menos se veía el par de piercings que decoraban sus pezones, según le había contado ella, a los 5 minutos de conocerla. Y a Pancho eso le daba un poquito… poquito, tampoco tanto… de impresión.

Con el pasar de las horas, Pancho se dio cuenta que efectivamente, Clara era una chica con buen humor, de respuestas rápidas y divertidas. De hecho, todo lo que Pancho había intuido, era así. Salvo por un pequeño detalle: Clara era una chica clara, de respuestas muy rápidas en el más amplio sentido de las palabras. Podría decirse: Clara, de respuestas muy rápidas y muy claras.

Así terminó la cita:

P: la pasaste bien?

C: sí, muy bien. Sexo hoy? Qué te parece?

P (sorprendido): eh…

C: mirá antes que nada, te cuento, entre nos (con mirada cómplice y voz sensual) me podés dar tranquilamente por atrás porque ya no me duele.

Mamitaaaaaaaaaaaaaa!!! Que confesión! DELICADEZA total!!! No haber estado en la mesa de al lado y escuchado semejante frase… “ya no me duele” – le dijoooo, entendeeeés? – “me podés dar” – dar un palo, un garrotazo! Una divinura. Convengamos que por más opend mind que nos creamos, no todos estamos preparados para este tipo de situaciones… al menos yo, no. Y sigue la cosa:

P (sorprendidísimo): hoy no… ya es tarde.

C: la próxima entonces, dale. Supongo que habrás notado en mi perfil que me gusta mucho correr, comer, etcétera jaja! Eso sí, coser no entra en el etcétera! Jaja!

Todo bien. Que le guste correr, comer, etcétera (coger mami, coger, si…!) pero… hay necesidad de ser tan directa? Y además, en una primera cita? Digo, no hay formas un poco más delicadas de decir lo mismo y no quedar taaaaaaaaaaan putona, como diría mi abuela? Hay pibes que salen corriendo con estas proposiciones tan directas. Además, con sutiliza seguramente lo hubiera conseguido! Pero no, así de frente manteca. Bestia… Esta piba tendría que encontrarse con Gastón, el que le dijo a Vanesa “che, compro ponchitos por si pegamos onda y nos pinta un garche?”. Y la verdad, hasta Gastón ahora me suena simpático al lado de Clara!

NO JODO! TE JURO, LO DIJO!